En conmemoración del mes de prevención del suicidio, es importante mirar este tema desde una perspectiva más profunda, una que incluya la historia familiar y las heridas invisibles que a menudo se transmiten a lo largo de generaciones. El suicidio, de todas las muertes con las que convivimos, es una de las más difíciles de aceptar. No solo por el dolor que causa, sino por las preguntas que deja sin responder. ¿Qué pudo haber sucedido para que una persona tomara una decisión tan drástica?
El Dolor del Entorno
Cuando una persona se suicida, deja a su alrededor una sensación de culpa e impotencia. Los seres queridos suelen sentir que no fueron capaces de escuchar o de notar las señales. Este duelo se vive desde la incertidumbre y la incomprensión, generando preguntas que muchas veces no tienen respuestas claras. Los estudios muestran que los hombres son más propensos al suicidio, con una proporción de tres hombres por cada cuatro casos. Sin embargo, más allá de las estadísticas, el suicidio en muchas ocasiones es un secreto familiar que se esconde por vergüenza o miedo al juicio social.
El Suicidio como Secreto Familiar
Desde el enfoque transgeneracional, el suicidio a menudo queda oculto en el árbol genealógico. Es posible que muchos de estos casos no se mencionen abiertamente. Las generaciones posteriores muchas veces desconocen los detalles de la muerte de un abuelo, un tío o incluso un hermano, porque el suicidio es una de esas experiencias que, por vergüenza o dolor, se evita discutir. Esto crea un silencio que el alma del clan escucha y que puede quedar incrustado en la historia familiar.
Se ha observado que algunos suicidios pueden tener su origen en sucesos de hasta cuatro generaciones atrás, remontándose a los tatarabuelos. Un ejemplo de este patrón puede ser un bisnieto que, aparentemente sin razón, experimenta un profundo desapego por la vida, lo que lo lleva a intentar suicidarse o incluso a conseguirlo. El impacto de estos eventos pasados puede manifestarse en las generaciones siguientes si no se reconoce y sana adecuadamente.
Reconocer el Dolor para Sanar
Para avanzar y romper con estos ciclos, es fundamental incluir y reconocer el dolor vivido por aquellos ancestros que eligieron abandonar el plano físico de esta manera. Respetar el camino que eligieron es parte del proceso de sanación. Mirar con amor y compasión a estos familiares, aceptar su dolor y comprender que, en muchos casos, las decisiones extremas que tomaron estaban impulsadas por el mismo amor que nos da la vida, es un paso crucial.
Alejandro Jodorowsky, a través de sus estudios, mencionaba que los accidentes trágicos que terminan en muerte pueden ser suicidios velados. Freud también habló de la relación entre los accidentes y el inconsciente, sugiriendo que los accidentes fatales pueden estar ligados a un deseo oculto de morir.
Las Herencias Invisibles
En el análisis transgeneracional, se ha descubierto que los conflictos que desencadenan el suicidio muchas veces son herencias invisibles. La carga emocional de no sentirse suficiente, de no ser capaz de superar una crisis, puede ser un programa heredado. Por ejemplo, en el caso de un bebé no deseado durante la gestación, puede gestarse una herida de rechazo que lleve al mensaje inconsciente de "no merezco vivir". Estas personas pueden vivir arriesgando sus vidas constantemente, sintiendo que estar vivos o muertos no hace diferencia.
Ejemplos Reales
Un caso que ilustra este patrón es el de una mujer que buscaba comprender el suicidio de su padre. Para ella, su padre era un hombre perfecto, amoroso, y no podía entender cómo alguien en su situación podría haber tomado una decisión tan extrema. Con el tiempo, al explorar su historia familiar, descubrió que su padre había tenido una familia paralela, un secreto que, al salir a la luz, sumió a su madre en una depresión profunda. Este secreto, no compartido con sus hijos dejó una huella en la familia, y fue solo a través del análisis transgeneracional que la mujer pudo comenzar a comprender el origen del dolor de su padre y su decisión.
¿Cómo Avanzar?
La prevención del suicidio no solo implica cuidar de los individuos en el presente, sino también explorar y sanar las heridas de la historia familiar. Es esencial romper el ciclo de silencio y reconocer estos eventos dolorosos para liberarlos. Trabajar desde el árbol genealógico permite desvelar las lealtades invisibles y los patrones repetitivos, ofreciéndonos la oportunidad de elegir un camino distinto, más consciente y conectado con la vida.
Si bien no podemos controlar ni predecir el futuro de nuestras generaciones, podemos ofrecerles la oportunidad de vivir libres del peso de los secretos del pasado. Reconocer, hablar y sanar el dolor transgeneracional es un acto de amor que no solo honra a nuestros ancestros, sino que también libera a nuestros descendientes.
En este mes de concienciación sobre la prevención del suicidio, recordemos que, aunque el dolor puede ser profundo, no estamos condenados a repetir la historia. La clave está en mirar con compasión y valentía las heridas de nuestro árbol familiar, para poder así encontrar la sanación y la paz.