LA HERENCIA DE LA ABUELA MATERNA


Cuando hablamos de nuestra historia familiar, muchas veces olvidamos el papel fundamental de la abuela materna en nuestra vida, no solo como figura emocional, sino también como guardiana de una herencia biológica y emocional profunda. 

Durante el embarazo de nuestra madre, mientras ella se formaba como embrión en el útero de nuestra abuela, se crearon los óvulos que llevaría a lo largo de su vida, incluyendo aquel que sería fecundado para darnos vida. Este fascinante ciclo biológico conecta a las generaciones de una forma directa, especialmente a través del linaje femenino, marcando la importancia de lo que heredamos de nuestras abuelas, madres, y todas las mujeres que nos precedieron.

La Biología del Linaje Femenino: Tres Generaciones Unidas

Este proceso biológico pone de relieve que todos venimos de una larga cadena de mujeres que nos transmiten información genética y emocional, y que desde un punto de vista científico ya estábamos presentes en los óvulos de nuestras madres, cuando ellas eran un embrión dentro del vientre de nuestras abuelas. Esta conexión de tres generaciones (abuela-madre-hijo) demuestra que nuestra historia no comienza al momento de nuestro nacimiento, sino mucho antes. La abuela materna, en este sentido, se convierte en una especie de puente que conecta el pasado con el presente.

Desde la visión transgeneracional se dice que las memorias de vida, emociones, miedos, y experiencias de nuestras antepasadas quedan codificadas en nuestra herencia, afectando nuestra forma de ver el mundo, nuestras relaciones y los desafíos que enfrentamos.

El linaje femenino no solo nos aporta información genética, sino que también nos transmite una herencia emocional y energética que proviene de las mujeres que nos precedieron. Aquí es donde autores como Bert Hellinger, creador de las constelaciones familiares, ofrecen una perspectiva más profunda sobre cómo este legado se manifiesta. 

Hellinger sostiene que la energía y los patrones emocionales de nuestra familia pueden influir en nosotros de manera inconsciente, marcando nuestras relaciones y decisiones. Según su enfoque, las mujeres de nuestra familia, en particular la abuela materna, no solo nos heredan características biológicas, sino también patrones de comportamiento, traumas y soluciones a los conflictos que ellas enfrentaron.

Anne Ancelin Schützenberger, por su parte, introduce la idea del “síndrome de aniversario”, que plantea que las experiencias no resueltas de nuestros antepasados se repiten en fechas importantes en la vida de los descendientes, como una forma de intentar sanar y liberar esa carga emocional. Esta perspectiva nos invita a mirar más de cerca los patrones que se repiten en nuestra vida y preguntarnos si estamos repitiendo inconscientemente la historia de nuestras abuelas y madres.

Además, Carl Jung y su teoría del inconsciente colectivo también aportan a esta visión del linaje.  Jung sostenía que todos compartimos un depósito de experiencias y símbolos comunes que influyen en nuestro comportamiento. En este sentido, el linaje femenino podría ser visto como un vehículo a través del cual recibimos no solo el inconsciente familiar, sino también arquetipos femeninos ancestrales.


La información que recibimos del linaje femenino no siempre es fácil de asimilar. Los retos, traumas y sufrimientos de nuestras abuelas, aunque no siempre se expresen de manera verbal, quedan impresos en nuestra memoria celular. Pero este legado no es solo una carga; también contiene una sabiduría profunda sobre cómo enfrentar la vida, resolver conflictos y sanar heridas emocionales.

Conectar con la figura de la abuela materna, más allá del plano biológico, es reconocer y honrar todo lo que se ha transmitido a través de generaciones. Hellinger nos invita a realizar este reconocimiento a través de las constelaciones familiares, una herramienta poderosa para sanar las dinámicas no resueltas del sistema familiar.

Para honrar y aprovechar este legado, es importante hacer un trabajo consciente de conexión con nuestra historia. Esto incluye investigar sobre nuestras antepasadas, entender sus historias, sus luchas y sus éxitos, y reflexionar sobre cómo esos patrones pueden estar influyendo en nuestras vidas hoy en día. También implica hacer un proceso de sanación transgeneracional, donde podamos identificar las memorias y creencias limitantes que hemos heredado y trabajar para liberarlas.

Sanar las memorias del linaje femenino es un proceso que requiere de un reconocimiento profundo de lo que hemos heredado. Para avanzar en este camino, es útil:

Reconocer el legado: Aceptar la influencia de nuestras abuelas y madres en nuestras vidas, entendiendo que sus historias también forman parte de la nuestra.

Sanar heridas ancestrales: A través de terapias como el análisis transgeneracional del árbol genealógico, la decodificación emocional de los síntomas y enfermedades, las constelaciones familiares, la exploración consciente de la historia familiar y personal, la genealogía emocional, o el trabajo con el inconsciente, podemos tomar consciencia y liberar patrones que ya no nos sirven.

Crear un nuevo camino: Finalmente, es fundamental usar la sabiduría heredada para avanzar, sanando las heridas del pasado y creando un futuro más consciente para las próximas generaciones.

Si bien se habla de que la abuela paterna puede heredar una fuerza espiritual o una influencia simbólica que aporta dirección, estructura y ciertos valores ligados al linaje masculino, la abuela materna hereda algo igualmente profundo, pero distinto: una sabiduría ancestral emocional y biológica que influye en la base misma de quién somos a nivel físico, emocional y energético.

La abuela materna nos conecta directamente con el linaje femenino, que transmite:

  1. Herencia biológica directa: Como mencionamos antes, durante el embarazo de nuestra madre, cuando ella aún era un embrión en el vientre de nuestra abuela, se formaron los óvulos que darían lugar a nuestra concepción. Este hecho subraya que la abuela materna es parte fundamental de nuestro ADN. Ella no solo transmite rasgos físicos, sino también tendencias emocionales y predisposiciones genéticas, incluso a nivel de enfermedades o fortalezas biológicas.
  2. Sabiduría emocional: La abuela materna representa una fuente de conexión profunda con las emociones, ya que el linaje femenino tradicionalmente ha sido el portador de la gestión emocional en la familia. Lo que ella vivió a nivel emocional (sus miedos, sus alegrías, sus heridas y formas de enfrentarlas) se transfiere a las siguientes generaciones. Las abuelas maternas aportan la herencia emocional de cómo enfrentaron los desafíos de la vida, cómo sostuvieron el hogar, cómo manejaron el dolor o las pérdidas, y esa resiliencia es parte de lo que heredamos.
  3. Memorias ancestrales: La abuela materna también es vista como la portadora de las memorias del linaje femenino. Esto incluye historias de luchas, triunfos y maneras en que las mujeres de la familia han resuelto conflictos y desafíos.  Autores como Bert Hellinger y Anne Ancelin Schützenberger señalan que el linaje materno tiende a cargar con patrones emocionales que se transmiten, como el cuidado, la protección y a veces el sacrificio. Estas memorias ancestrales forman parte de nuestro inconsciente y nos influyen en nuestra vida actual, aunque no siempre seamos conscientes de ello.
  4. Poder intuitivo: La abuela materna, al estar tan conectada al linaje femenino, también puede transmitir un poder intuitivo. Las mujeres de nuestra familia tienden a ser portadoras de una sabiduría silenciosa, que se manifiesta en formas sutiles de ver el mundo, leer las emociones y anticipar necesidades. Este es un aspecto que nos llega a través de ella, enriqueciendo nuestra capacidad de percibir y responder a nuestras propias emociones y las de los demás.

¿Cómo Honrar lo que Heredamos de la Abuela Materna?

Reconocer lo que la abuela materna nos entrega es un acto de profunda sanación. Algunas formas de honrar este legado incluyen:

  • Reconocer su historia: Investigar y conocer la vida de nuestra abuela materna puede darnos una comprensión más profunda de quiénes somos. ¿Qué desafíos enfrentó? ¿Cómo los superó? ¿Qué lecciones aprendió y transmitió a nuestra madre, y por ende, a nosotros?
  • Conectar con nuestra feminidad: Este legado es una oportunidad para conectar con nuestra propia energía femenina, honrando nuestra capacidad para nutrir, crear y sanar.

Honrar a la abuela materna es también honrar nuestro origen, nuestro linaje y toda la sabiduría que nos ha sido transmitida a través de generaciones. En este camino de reconocimiento y sanación, podemos liberar las memorias no resueltas y avanzar hacia una vida más plena y en armonía con nuestro linaje femenino.

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